lunes, 24 de septiembre de 2012

Pedals d'Occitània 2012 Etapa 3/3

La Etapa
Aspet-Col de Buret-Col de Menté-Le Mourtis-Argut Dessus-Fos-Pontaut-Les-Bossòst-Era Bordeta-Es Bordes-Vilac-Vielha

Datos de Interés
69,5Km.
2186m. de desnivel positivo acumulado.
4h36m.
15,1Km/h de velocidad media.
Índice IBP: 147


Perfil de la Etapa










La Crónica
Con las dos etapas más duras de la aventura superadas con éxito y con una previsión de buen tiempo y cielos despejados para el último día de ruta, las caras de relajación y tranquilidad presidieron el desayuno en Le Bois Perche. Sin prisa alguna, dimos buena cuenta de un desayuno bastante completo a base de pan tostado, bollería, tabla de quesos, zumo de naranja, café, cereales, etc... Lo que viene siendo un desayuno "potente" que nos permitira llegar a Vielha a base de barritas energéticas y bidones de agua.
El plan era intentar hacer toda la etapa del tirón sin parar a comer y llegar a Vielha alrededor de las 14:00, para poder comer en Escunhau, donde a buen seguro nos esperaba una comilona fin de fiesta de esas que no se las salta un caballo...
Conviene aclarar que el hecho de que pese a que esta tercera etapa era la etapa menos dura de las tres, no por ello significaba que fuera a ser un "paseo". De hecho, un simple vistazo al perfil ya dejaba claro que los primeros 25 kilómetros iban a ser un no para de subir y que los últimos 30 siempre iban picando hacia arriba.
Como anécdota comentar que la que para nosotros iba a ser la etapa menos dura, para nuestros compañeros de albergue que realizaban la ruta en 4 días, esta resultaba su "tour de force", es decir, su etapa más dura.
Por ello, no nos alteramos lo más mínimo cuando aun no eran las 08:00 y ya se marchaban dando pedales. Sabíamos que tarde o temprano les cazaríamos.
Eran casi las 08:30 cuando dábamos inicio a la tercera parte del viaje.
Tras medio kilómetro de bajada, dejamos la carretera que conduce a Aspet y nos metemos ya en pista de tierra, en concreto, el itinerario 25. Un breve amago de descenso nos deja a las puertas de las primeras paredes de la jornada... Dos kilómetros de subida muy dura y que como viene siendo habitual, en frío se nos atraganta a todos.

Nando y Coppi, superando la primera crisis...
Es tal la dureza de esta primera subida, que inevitablemente pensamos en lo que deben ir sufriendo el cuarteto que llevamos por delante... Efectivamente, la bajada hacia hacia el Col du Lac y Juzet d'Izaut, nos lleva hasta un divertidísimo sendero en el que debemos guiarnos por sus marcas amarillas y rojas.
No sé si lo he comentado antes, pero estos franceses nos dan mil patadas en temas btteros... Solo la zona en la que nos encontrábamos, disponía de más de ¡¡¡600km.!!! de senderos marcados, limpiados y habilitados para la práctica de este deporte...  
Antes de que empiece a calentarme, proseguiré con el relato. El sendero en el que nos encontrábamos era eminentemente rápido y con algún que otro tramo técnico en forma de piedra suelta que no generaba mayor dificultad, que la velocidad que cada uno quisiera marcarse.

Tramo final antes del inicio del descenso...
Precisamente es en mitad de esta bajada, cuando damos caza al cuarteto que nos precede. No bajan nada mal, pero la verdad es que nosotros tiramos menos de freno y a la que el sendero lo permite, les pasamos, les deseamos suerte y seguimos nuestra cabalgada.
Finalizado el tramo de sendero, cruzamos la carretera y encaramos lo que va a significar la última gran subida de Pedals d'Occitània, la subida al temible Col de Mente.
Para ir abriendo boca, casi 4Km. de subida constante hacia el Col de Buret. Cada uno a su ritmo, pista ancha en perfectas condiciones e ideal para probarse. Inicio de subida en la que Nando me sigue la rueda con relativa facilidad, mientras que Coppino prefiere mantener las pulsaciones más controladas.
Tramos de rectas muy largas en las que decido exprimirme más, sabiendo que la cosa acaba hoy. Empiezo a abrir distancia con Nando, que prefiere no cebarse y mantenerme, eso sí, siempre a la vista. Lo que pasa es que tenerme a la vista en una recta de un kilómetro tampoco es una referencia del todo halagüeña, jejeje.
El final de la primera parte de la subida lo marca el desvío a La Couage, punto en el que decido parar a esperar a mis compañeros. Nando llega poco después, mientras que Coppino llega unos minutos más tarde, pletórico y asegurando haber disfrutado mucho de la subida.

Tras la reagrupación, 2,5Km. de subida muy suave que hacemos juntos y breve tramo de subida exigente que acaba en un caserón al más puro estilo "Matanza de Texas"...

Ultima parte del sendero que conduce al caserón...
Vehículo expuesto a la entrada...
Mejor huír por patas campo a través...
Cuando me disponía a echarle una foto conmemorativa a la casa, empezamos a oír voces procedentes del interior y ante las pocas o ningunas ganas de entablar conversación con un Leatherface a la "française", decidimos no tentar a la suerte y seguir adelante.
Y ahora sí que sí, tocaba el último tramo de subida hasta coronar el Col de Mente. Posiblemente, el último gran esfuerzo del día. Consciente de ello, decidí ir a tope. Buen ritmo de pedaleo y subida muy agradable.
1Km. antes de la cima y justo en el último desvío, el panorama era ideal para ser inmortalizado.

Paella fin de fiesta, Parte 1...
Nando, siempre moviendo demasiado desarrollo...
En cambio Coppino, bailarín de noche y bailarín de día...
Con todos de nuevo reagrupados, aprovechamos para comer algo, regar el tupido bosque e incluso emanar los efluvios de la siguiente seta mega-tóxica e hiper-alucinógena...

Atentos al ejemplar, que provocaría el caos...
Esto no eran los monguis de los que me habían hablado y se apoderan de mí unos poderosos efectos secundarios en forma de violencia desmedida, que me hacen arremeter contra todo lo que se me pone a tiro, armado con lo que parece ser una estaca de proporciones bíblicas...

A punto de descabellar a Coppino...
Dispuesto a empalar a la bestia...
Tras este breve episodio de enajenación mental que no recordaba (de hecho aun creo que las fotos son un montaje de algún paparazzi que quiere desacreditarme), los dos kilómetros hasta coronar Menté y sellar por quinta vez nuestro libro de ruta, son un mero trámite.

Estampa clásica de la cima...
Bebiendo y reponiendo fuerzas...
Col de Menté... Otra muesca en el rifle...
Coronado Menté, ya casi saboreamos las mieles de la victoria. Paradita rápida, pero lo bastante larga para que Coppino pierda el cierre del soporte de su libro de ruta y breve subida hasta la estación de esquí de Le Mourtis. Aquí, Coppino y yo nos paramos para hacer el chorras con unas estatuas de animales de cartón piedra, mientras que Nando y su exacerbado sentido del ridículo, hace como que no nos conoce y prosigue en solitario... Coppino ve el rampón que se está metiendo Nando entre pecho y espalda y empieza a ponerse nervioso ante mi pasividad. Diviso a Nando empezar a pegar chepazos (recordemos que está subiendo en linea recta lo que en invierno es una pista de descenso...) y le digo a Coppino: "Tranquilo, no es por ahí." Jojojojo... Con Nando ya casi cayéndose de lado, empezamos a pegarle voces para que dé media vuelta. Tras cagarse en todo lo que se menea, deshace el camino y llega hasta nosotros con la carita un pelín desencajada por el esfuerzo.

Fran, dormitando en brazos de un ¿¿¿castor???...
Sendero que NO cogió Nando...
Este sendero que veis, pasa por debajo del telesilla de la estación y va a parar a ese densísimo bosque que se observa en la imagen. A partir de ahora, vamos a gozar con una sucesión de senderos que parecen no tener fin. Qué manera de disfrutar bajando por caminos estrechos, pedregosos y de cruzar pueblos que se reducen a una o dos casas...
Al poco de meternos en el bosque, nos damos de bruces con una manifestación, que nos obliga a detenernos en seco...

Ojo al tapón...
Mando a mis dos esbirros a negociar...
Poca broma con el ejemplar...

Superado el escollo de pasar rodeados de bestias de más de 500kilos (aunque según Nando, alguna había de más de 900kilos...) que en cualquier momento te pegan un cabezado o una coz y te transforman en una fotito en un árbol, seguimos bajando y soltando adrenalina...

Unos kilómetros más adelante llegamos a un tramo calcado al del barrizal del día anterior, pero con una salvedad: Hoy no ha llovido. Debo decir, que bajarlo tuvo su miga. Pendiente inclinadísima de tierra que parecía que la hubieran removido con máquinas y con unas irregularidades que fácilmente podían mandarte al suelo.

¿A que parece moco de pavo? Pues no lo era...



Si hasta ahora los senderos del día habían sido mayoritariamente de tierra, faltaba la dosis de sendero con piedras y terreno enlosado. Esta zona (y el territorio francés en general) es muy húmeda e incluso aunque no haya llovido, las piedras y los adoquines siempre tienen esa pinta de estar húmedos que nos hacía ir con más precaución de la que quizá era necesaria.
En estos tramos de bajada, yo solía arriegar un poco más y llegaba abajo con una leve ventaja con respecto a Nando y Coppino. Fue al llegar a Argut Dessus, cuando tras un peligroso descenso por esos adoquines húmedos que os comentaba, Coppino no aparecía. Cuando por fin apareció, confesó haberse pegado su talegazo de la Pedals d'Occitània. Nando y yo nos fundimos en un abrazo, contentos de que todos hubiéramos recibido lo nuestro, ante un Coppino que no daba crédito a semejante ejemplo de hijoputez.
Al parecer, un leve patinazo de su rueda delantera le había mandado hacia la pared derecha de la bajada y Coppino, en lugar de tirar de frenos para detenerse, explicó que: "Como no iba muy rápido, he intentado pararme apoyando el cuerpo contra la pared... Y he conseguido frenar restregando el brazo contra la piedra". Sensacional, Coppino, sensacional...

3 kilómetros antes de entrar en territorio español, llegamos a Fos,  posiblemente el pueblo con mayor pendiente por metro cuadrado del mundo. Aquí nos coches no ponen segunda. Señores, el pueblo son cuatro casas, pero qué manera de gastar pastillas de freno...

Por fin llegamos a la carretera nacional que sale de Francia en dirección a Vielha.
Tras cagarla en la única rotonda que había y meternos de nuevo en dirección Francia, encauzamos la ruta y atacamos 6 kilómetros por nacional en la que me pongo a tirar como un animal, con todo puesto. Sé que Nando y Coppi no sufren en exceso a rebufo y efectivamente, rodamos todo el rato por terreno favorable a 35Km/h.
Cruzamos el puente de la Garona, dejamos atrás Pontaut y finalmente, abandonamos la nacional para adentrarnos en un sendero que nos va a proporcionar unas de las mejores vistas de los tres días.
Estampa clásica con nubes y nieves permanentes
Magníficas vistas con Bausén al fondo...
A punto de llegar a Les.
Este paisaje era tan bonito, que no dudamos en pararnos allí mismo a comernos unas barritas y a quedarnos sentados un cuarto de hora largo, prácticamente en silencio, embobados ante la majestuosidad del paisaje que nos envolvía.
Recuperados del embobamiento, proseguimos por el rápido sendero hasta llegar a Les, lugar elegido por Nando para coronarse con la "patinada" de la jornada.

Les, presidido por su imponente Haro...
Ese tronco que veis ahí conocido como Haro (o Taro, como se le conoce en Arties), es el protagonista de La Quema del Haro, una de tantas tradiciones ancestrales que aun se conservan en este valle. Es en San Juan cuando tras ser escalado por los lugareños con cuerdas, se le prende fuego. En Arties, la fiesta prosigue volcando en Taro y dejando que la gente lo salte aun en llamas. La fiesta acaba arrastrándolo por todo el pueblo y dejándolo apagarse en la puerta de la casa alcalde. Con un par, sí, señor... Y que diga algo el alcalde...

Tras acabar de contarle la historia a mis amigos, veo que a Nando se le ha quedado cara de duda. Está pensativo el hombre... Algo no le cuadra...
Le pregunto: "¿Qué pasa, Nando?"
Me mira con rictus de no acabar de entender y me pregunta: "¿Y cada año el tronco es el mismo?"
No es necesario decir que, fue oler sangre y Coppino y yo lanzarnos a burlarnos de él y chotearnos en su careto, pese a sus inetntos fallidos de intentar darle coherencia a algo que no la tenía. "Que si yo pensaba que solo quemaban la parte de arriba, que si incendiaban el Tar con la gente aun montada, etc..."
Máquina, que eres un máquina, jejejeje.

Cruzando Bossòst... Ya nos quedaba muy poco...

Tras abandonar Bossòst y casi a las puertas de Era Bordeta, vienen 2 kilómetros de subida con unos rampotes finales de casi un 20%, que nos recuerdan con mucho dolor, que llevamos 3 días de ruta y que los kilómetros ya pesan de mala manera en nuestras maltrechas piernas.

Ampliad la foto y veréis el sufrimiento del hombre...
Coppino, que ya no era persona...
Estábamos a poco más de 15Km. del final y las piernas ya parecían de madera.
Tramo de 2Km. por nacional hasta retomar el Camin Reiau hacia Era Bordeta y posteriormente, Es Bordes, para volver a la nacional y desviarnos hacia la carretera que lleva a Betlan.
Fue el último kilómetro de subida de la Pedals. No fue el más duro, pero creo que los tres coincidiremos que cuando lo completamos, pensamos que no nos quedaban fuerzas para subir un bordillo.
Entramos en Vilac y luego, nos metimos de lleno en el que sabíamos que era el último sendero hasta llegar a Viella. Ni que decir tiene que lo bajamos a muerte. Tan al filo lo bajamos que casi nos marcamos un fenomenal recto en una curva de izquierdas de visibilidad casi nula...
Por fin, llegamos a Vielha y tras cruzar la pasarela de madera y con la oficina de Pedals de Foc ya a la vista, Nando lanza su ataque traicionero... Yo respondo al instante y nos enzarzamos en un duro sprint sorteando cada uno por un lado a una familia que transitaba por la calle en ese preciso instante y que acaba con nuestras ruedas chochando justo en la puerta de Pedals.
Allí estaba ya mi padre esperándonos y que no dudó en posar en la foto junto a nosotros.

El C.C. Maco triunfando de nuevo...

Tras la recogida de maillots y el intercambio obligatorio de impresiones con la gente de Pedals, chasco al canto. El bar donde pretendíamos arrasar con la promoción "¡Vete a tomar por cubo! 10 quintos 10 Euros", estaba chapado...
Menos mal que mi padre, el auténtico sheriff de Vielha, se encangó de montar en un abrir y cerrar de ojos, un circuito de bares con medianas heladas, que nos teletransportó al éxtasis y que puso a mi madre subiéndose por las paredes, porque hacía rato que había echado el arroz y se iba a pasar. ¡Las patronales siempre presionando!

Evidentemente, todo artículo que no fuera la bici, fue a parar al jeep del sheriff y tras engullir las cervezas, tiramos hacia Escunhau. Como no había pérdida, Coppino decidió poner el molinillo, mientras que Nando y yo decidimos ponerle un poco más de chicha a la cosa. Así fue que llegué a la rotonda de Escunhau escapado de Nando y con una ventaja muy cómoda. Decidí entrar triunfalmente por mitad del pueblo, pero sin dormirme, ya que no quería que Nando me diera caza...
Llegué a casa de mis padres con los brazos en alto y de repente, apareciendo por la nacional, entra Nando derrapando a toda velocidad... El mamón, en lugar de entrar por el pueblo, había seguido por la nacional, para atajar y pegarme el palo en mi propia casa... Sin embargo, se comió lo mismo que Clavijo... ¡¡¡Mamón!!!

Y qué mejor fin de fiesta que una comilona en casa de los papis... El paellón estaba de escándalo, la ensalada del huerto del sheriff no tenía desperdicio y las cervezas y el vino hicieron el resto...

Paella fin de fiesta, Parte 2...
Del viaje de vuelta, prefiero no comentar nada, porque si no la crónica me quedaría muy larga y Coppino me pidió por favor que no quería que si alguien de la Guardia Civil la leía, le retiraran todos los puntos...
Solo comentar que lleva muuuuuuuuuuuuuy mal que le adelanten, jojojojojoooo.

En resumidas cuentas, inolvidable aventura y con todos, absolutamente todos los ingredientes que se le puede pedir a una travesía de estas características: variedad, buen tiempo, mal tiempo, excelentes paisajes, buena compañía y sobre todo, la sensación de haber disfrutado durante tres días haciendo lo que más nos gusta. Pedalear.

Edito: Bueno, vale, pedalear no es lo que más nos gusta...Me he calentado...

sábado, 15 de septiembre de 2012

Pedals d'Occitània 2012 - Etapa 2/3

La Etapa
Cirès-Bourg d'Oueil-Sost-Esbareich-Mauleón Barousse-Bramevaque-Sacoue-Le Mont-Saint Bertrand de Comminges-Loures Barousse-Barbazan-Les Paloumères-Mont de Galie-St. Pé d'Ardet-Aspet

Datos de Interés
90,6Km.
2550m. de desnivel positivo acumulado.
6h32m.
14,2Km/h de velocidad media
Índice IBP: 173


Perfil de la Etapa










La Crónica
No me cabe más remedio que iniciar la crónica de la segunda etapa de esta aventura, con una anécdota correspondiente a la primera jornada. A veces es frustrante esto de las crónicas... Intentas reflejar todo lo que vives con la máxima precisión y por mucho que te esfuerces, siempre se te queda algo en el tintero.
A veces lo das por bueno, pero es que esto que voy a contar es demasiado divertido como para que quede relegado al ostracismo.
Os pondré en antecedentes... Nuestro amigo Nando acababa de pegarse un galletón bastante majo que además de partirle el soporte del roadbook, le había dejado sendos moratones en brazos y piernas y una momentanea conmoción cerebral que derivó en aturdimiento fatal... Solo así se explica lo que sucedió luego.

Poco después de la galleta, paramos a reponer fuerzas y fue perderle de vista un momento y liarse parda.
Aparece el tío olisqueando unas hojas verdes y nos mira con careto "raro" y dice: "Joder, qué raro huele esta menta..."
Coppino y yo nos miramos con extrañeza pensando para nuestros adentros... "¿Menta?"
A continuación, Nando suelta las hojas y exclama: "¡¡¡Coño, cómo me pica el careto!!!"
Es aquí cuando empezamos a descojonarnos del desgraciado... Efectivamente, amigos... Las hojas de menta que tan raro olían, no eran hojas de menta... Eran... ¡¡¡Ortigas!!!
Jojojojo, cada vez que recuerdo a Nando restregarse las ortigas por los hocicos como si fuera Eau de Toilette Paco Rabanne, hace que me descojone. ¡¡¡Qué grande eres, Nando!!!

Bueno, vamos al lío.
Tras un desayuno correcto en el albergue, nos despedimos del dueño y nos disponemos a afrontar los más de 90Km. que tenemos por delante. El día amanece fresco y todas las predicciones dan lluvia hacia el mediodía.
Retomamos la carretera del día anterior y tras 300 metros de bajada, abandonamos el asfalto, cruzamos un puente y nos topamos con la primera pared del día. Son solo 200 metros pero muy duros y encima nos pillan aun en frío, con lo que llegamos arriba con un buen calentón.
A partir de aquí, singletrack chulísimo con unas vistas magníficas que nos deja en Bourg D'Oueil, lugar donde se encuentra el Hotel Le Sapin Fleuri, punto de control número 2.

Primer senderito del día...
El hotel se encuentra justo al inicio del mítico Port de Bales y que, como ya sucedió en el Portilhon el día anterior, empezamos subiendo por carretera para, posteriormente, seguir hasta la cumbre por pista.
Hacemos los tres juntos el primer kilómetro y medio por asfalto, hasta llegar a la bifurcación hacia el itinerario 12. A partir de aquí, la ruta no tiene pérdida, con lo que cada uno decidimos subir a nuestro ritmo.
El día sigue muy tapado y la niebla es densísima. Esto tiene sus pros y sus contras. Un día soleado te regala unas vistas imponentes, pero te castiga más a nivel físico, mientras que un día fresquito como el que nos había tocado, hacía que rodaras fantástico, pero no veías panorama alguno.
De vez en cuando, me paro para ver por dónde vienen Nando y Coppi y hacerles alguna fotillo para el recuerdo...

Balès castigando a Nando...

Coppi, como pez en el agua. Subidas a ritmo...
Cuando llevamos unos 4Km. de ascensión, llegamos a una bifurcación en la que nos espera el vecino de Cirès. El tío va bien pertrechado de ciclista a la antigua usanza (maillot de lana, por supuesto) y a Nando casi se le saltan las lágrimas cuando ve la burra que cabalga: Una mítica Sunny Revolt, a la que Nando insiste en llamar Sunny ¿¿¿"Revor"???...

Con el mítico "hierro"...
El vecino nos avisa de que nos viene un tramo "durísimo", pero que hay una ruta alternativa en la que se hace un kilómetro de más, pero mucho más llevadero. Nando y Coppi se furrean y se van a rueda del vecino, mientras que yo sigo el track oficial. Efectivamente, me como una rampa dura, pero nada que no hubieran podido superar cualquiera de mis dos compañeros.

Nando, en plena ascensión...
Coppino en su salsa...
Estamos casi arriba y la temperatura ha refrescado bastante, se puede decir que hace hasta un poco de frío.
Todo apunta que vamos a tirar de manguitos en la bajada. Cuando llegamos a los 1850m. dejamos a la derecha el Lac de les Paloumères. Dicho lago se reduce a una miserable charca y que para más inri, está completamente seca. La ganadería empieza a poblar las praderas y cada vez los rebaños de vacas son más numerosos. A veces se mantienen al margen, pero otras, no dudan en invadir la pista, cosa que nos hace extremar la precaución y poner la mejor de nuestras caras, cada vez que nos toca pasar a escasos centímetros de ellas. Ojo a los cuernacos de algún ejemplar...

Ojo al panorama...
¿Será cosa mía o me está mirando mal?
Me río yo del toro Ratón...
Poco más adelante, nuestro invitado ve que nuestro ritmo crucero no es saludable y se despide de nosotros, no sin antes, pinchar y advertirnos de la presencia de ovejas suicidas al inicio de la bajada y de un tramo muy técnico que convendría hacer andando...
Nando decide demarrar y no esperar a nadie, mientras Coppino y yo ultimamos la despedida. Lo que nos queda por delante es terreno favorable en leve bajada que se puede hacer a buen ritmo, hasta que llegamos a una última subida que finaliza en la Cabana d'Hourdouch.

Diréis que no dan ganas de pedalear...
Terreno rodador magnífico...
Y a partir de aquí, diez kilómetros de descenso.
Bastante frío de inicio y visibilidad casi nula debido a la niebla. Una pena, porque con un día despejado, esta bajada es de esas que se pueden coger velocidades de vértigo.
Efectivamente, tal y como había pronosticado el vecino, desaparecen las vacas y entramos en territorio ovejero. Es alucinante ver cómo se encabritan y empiezan a saltar de lado a lado del camino... Pero no una, si no un pelotón entero...
La niebla baja hace que el terreno también esté algo húmedo, razón de más para no jugársela. Nando, sin embargo, sabe que está en territorio favorable para su 29er y la exprime al máximo. Si ya suele bajar rápido por pistas anchas, a lomos de una 29er es casi inalcanzable.
Sin embargo, cuando se trata de "arriesgar de verdad" bajando, la cosa cambia. Llegamos al tramo que el vecino calificó como "bajada infernal". Efectivamente, la bajada tiene mucha miga. No tiene dificultad técnica alguna, ya que los escalones son mínimos, pero la inclinación es brutal. Si a eso le añadimos que el paso es muy estrecho, pues ya os podéis imaginar...
Yo hace tiempo que pronostico que últimamente me crezco en las bajadas y decido jugármela. En cuanto enfilo la bici y empiezo a bajar, veo lo que pasa... Descartado el freno delantero a no ser que quiera salir volando, se trata de llevar todo el peso hacia atrás (para entendernos, con los huevos en la parte trasera del sillín...), apuntar con los talones al suelo y tirar de freno trasero... Por desgracia, el terreno está húmedo y pese a que llevo la rueda trasera bloqueada, esta no frena si no que resbala hacia abajo. En las curvas intento cruzar la bici un poco para frenar, pero cada vez voy más rápido... Cuando ya me entrego a mi suerte y empiezo a buscar con la vista posibles zonas de aterrizaje, llego al final de la bajada y pego un grito que es tanto de satisfacción como de liberación de adrenalina...

Al rato llegar Coppino y Nando, que confiesan no haberlo ni intentado...
Dejada atrás ya la "alta montaña", empieza de nuevo el rosario de senderos alucinantes, que nos llevan hasta Mauleón Barousse.
Senderos muy tupidos donde aprovecho para atacar...
Nando, triunfador a su llegada a Mauleón Barousse
Uno de los reclamos que ofrece Pedals d'Occitània, es que transita por caminos por los que parece que el tiempo no haya pasado y que ofrecen el mismo aspecto medieval que podrían tener siglos atrás.
Pues bien, esto alcanza su máximo esplendor el el tramo que nos espera durante los siguientes kilómetros y más concretamente, cuando dejamos a nuestra derecha los restos de lo que en su día fue el Castillo de Comminges. Se trata de un paso amurallado a ambos lados y terreno empedrado que adornado con hierba y maleza verdosa que crece alrededor. Es un camino que destila medievo y donde si cierras los ojos, casi se puede oír todavía el galopar de caballeros con armadura, condes y plebe que a buen seguro lo poblaron siglos atrás.

Atacando las rampas sin piedad...
Una vez más, la foto empequeñece la belleza del paisaje..

Llevamos unos 30Km. en las piernas y la cosa no pinta mal. Sin embargo, la subida al Col Mortis va a hacer honor a su nombre. 4Km. por asfalto duros, muy duros, de los que hacen pupa, mucha pupa.

Todo empieza en una pista de hierba de esas empinaditas y que te suben las pulsaciones como la prima de riesgo...

Superado el escollo del terreno irregular, pasamos a la parte por asfalto en la que es más fácil encontrar una cadencia apropiada, pero el porcentaje es tan elevado que invita a tomárselo con calma.

Aquí vemos a Coppino negociando prudentemente la curva...
Una vez arriba, estamos a menos de 10Km. de Saint Bertrand de Comminges, tercer punto de control y lugar en el que pararemos a comer.
4Km. de bajada y más senderos hasta llegar a pie de Saint Bertrand. Nos paramos en un cruce en el que a mano derecha hay una pista que llanea y a mano izquierda hay un rampote terrorífico. Corto, pero terrorífico. Tras momentos de duda en los que intentamos convencernos de que no hay que subir el rampote, finalmente el track nos devuelve a la cruda realidad, metemos todo el desarrollo que tenemos y subimos hasta la catedral.

Fuente de recuperación milagrosa tras la subida...
Sendero de aproximación...
Conquistando Saint Bertrand...
Los transeúntes nos miran estupefactos, mientras pedaleamos hacia el control 3 en el Hotel l'Oppidum.
Cuando llegamos a la puerta, resulta estar cerrado... Llamamos a la oficina de Pedals de Foc y nos dicen que no pasa nada, que busquemos algún sitio para comer y que sigamos adelante.
Efectivamente, ya es mediodía y el día está muy tapado, con lo que más vale ir por faena...
Bajamos a la plaza del pueblo y allí damos buena cuenta del plato del día, no sin antes, atender amablemente a una señora con ganas de lucir a una pequeña ardilla. Debía estar muy orgullosa de ella, puesto que la fue paseando por todas las mesas de la terraza, animando a la gente a que la acariciara. No llevaba ninguna gorra para echar monedas, ni la ardilla en cuestión articuló palabra ni se puso a hacer el pino, así que supongo que se trataba solo de "orgullo de mascota".
  
Banner sin Flappy... La atracción del lugar...
Y mientras pedimos el postre, la tragedia...
Tormenta monzónica... Y Coppino se nos viene abajo. Agacha la cabeza, se quita las gafas y empieza a mesarse el cabello. Depresión absoluta, negrura máxima y moral por los suelos...
Le preguntamos: "¿Pero qué te pasa, Coppino?"
Nos da la callada por respuesta. El cansancio acumulado, los más de 40Km. que aún nos quedaban por delante y la manta de agua que estaba cayendo, pudieron con él. Si en ese momento alguno hubiera propuesto hacer noche allí mismo y no seguir adelante, estoy seguro que en aquel pueblecito de la campiña francesa, nuestro amigo habría abrazado al lado oscuro, habría estrenado rodilleras y ya no podríamos llamarle "El Coppino", si no "La Corppiño"... 

Aspecto de la calle al reanudar la marcha...

No fue el caso y decidimos proseguir bajo la lluvia, insisto, bastante fuerte. Nos pusimos los chubasqueros y empezamos a pedalear, en dirección a Loures Barousse y Barbazan. Los primeros kilómetros son llanos y podemos rodar tranquilamente, pero tras dejar atrás Barbazan y coger la pista hacia Le Lac Barbazan, la cosa se pone seria. Un kilómetro al 10% vuelve a recordarnos que aquí cuando la cosa sube, sube de verdad.

Otra foto que no refleja dureza alguna...
Pero si a eso le añadimos que poco más adelante, la subida se convierte en una "zanja central con terreno ciclable embarrado de piedra suelta de poco más de dos palmos a cada lado", pues comprenderéis que todo se complica exponencialmente... Las ruedas pierden tracción, empieza a acumularse el barro, los cambios fallan más de la cuenta, etc.
¿Barro? ¿He dicho "barro"? Mariconadas... Pronto entenderéis por qué...
Por suerte, pronto pasamos a una pista más ancha que sigue subiendo, hasta llegar a un prado que conduce hasta Les Paloumères. Atentos al muñeco de Michelín que nos encontramos cruzando la pradera...

Hulk "Coppino" Hogan, el culturista...
Estamos a las puertas del momentazo (otro más) de la jornada. Los 600 metros más graciosos del día.
Tramo ancho de bajada + Terreno que parecía removido por una máquina + Lluvia copiosa + Restos de lo que parecía una riada = Acumulación paulatina de barro en la bicicleta, que alcanzó tintes dramáticos (ruedas que no giran, bicis que bajan deslizándose, pesos que se triplican...)

Visión general del destrozo...
Detalle de la rueda delantera...
Aspecto del pedalier...
Quitar todo el barro acumulado no fue nada fácil, ya que era muy denso. Tuvimos que utilizar palos para ayudarnos a desprenderlo y aun así nos costó lo nuestro. Volver a poder encajar las zapatillas en los pedales automáticos fue toda una odisea y cuando por fin conseguimos volver a ponernos en marcha, las bicis chirriaban que daba gusto... Y lo peor era que aun nos quedaban 5Km. de terreno ascendente, no excesivamente duro, pero que tras casi 70Km. y en las condiciones en las que nos hallábamos, castigaba de lo lindo... Nando y yo íbamos relativamente bien, pero a Coppino ya se le veía bastante tocadete. Intentábamos animarle diciéndole que lo más duro ya lo habíamos dejado atrás, pero no se dejaba engañar. Sabía que aun nos quedaba una subida larga y un último tramo rompepiernas, con lo que prefería no lanzar las campanas al vuelo e ir paso a paso solventando dificultades.
Tras una peligrosa bajada de piedra suelta, llegamos a Mont de Galie, donde aprovechamos la fuente del pueblo para intentar limpiar aun más las bicis.
Pero no fue hasta St. Pé d'Ardet, donde Nando consiguió dejar la bici como los chorros del oro...

Esta foto reduce el caché de la bici un 30%...
Siguiente objetivo: Col des Ares.
Tan solo 3Km. de subida, pero volvemos a lo de siempre... Rampas muy exigentes y terreno resbaladizo por la lluvia, que se traduce en poca tracción y más esfuerzo. Pero finalizada esta última subida propiamente dicha, tocaba bajar. Y qué mejor zona para bajar que seguir buena parte del recorrido de la Rando d'Or francesa... Eso se traduce en una concatenación de senderos y más senderos de dificultad variada, desde esos que puedes bajar a tumba abierta, hasta aquellos que esconden escalones como precipicios en los que más vale bajarse de la bici.
De nuevo la lluvi iba a jugar un papel fundamental en el devenir de los acontecimientos. Muchos de estos tramos eran de losa y la lluvia los tornaba muy resbaladizos. Ya he dicho antes, que yo iba confiado en mis crecientes ahbilidades bajadoras y que veía claro que tarde o temprano, tocaría sobrevolar algún terraplén...
Y efectivamente, así fue. No es que fuera el tramo excesivamente complicado. Solo bastó no alinear bien la rueda delantera con la trazada correcta, para que la bici patinara de delante. No iba muy rápido, así que pude sacar el pie izquierdo y apoyarlo en el borde izquierdo del sendero... Desgraciadamente, fue apoyar el pie y ceder la tierra que había debajo, con lo que yo también me fui hacia abajo...
Por suerte, un metros más abajo había un tronco que salía de la montaña y quedé sentado encima con las patas colgando. Desgraciadamente, a nadie se nos ocurrió hacerme una foto, cosa que lamento, ya que es una imagen que me hubiera gustado conservar...

Ya abajo, pista asfaltada en dirección a Aspet. Estamos a 9Km. de meta y la cosa ya está hecha. Efectivamente, tras todo lo que nos hemos comido hoy, los continuos sube-baja y el último kilómetro exigente hasta llegar a Le Bois Perche, lugar donde dormiremos hoy, son coser y cantar.

Aspecto del lugar al día siguiente, a punto de irnos...

Le Bois Perche es un complejo que consta de varios edificios en los que practicar todo tipo de deportes, así como habitaciones, sauna, piscina, etc... Allí coincidimos con un equipo francés de fútbol en plena pretemporada y con un cuarteto de ciclistas que también estaba haciendo Pedals d'Occitània, pero en cuatro etapas. Tras limpiar las bicis, cervecitas de rigor y potente cena. Curioso lo del equipo de fútbol... A través de las puertas abiertas de las habitaciones de algunos jugadores, pudimos divisar a gente fumando, botellas de whisky, olor a menta... digo ortigas... digo maría... El día que el C.C. Maco busque nuevos valores para nuevas secciones deportivas, creo que ahí tendríamos una mina...

Como punto y final a esta extensa crónica, dos últimas anécdotas.
Nando, que tras hacerse con el mando de la tele y empezar a hacer zapping en busca de algún canal que informara de La Vuelta, da con una peli pseudo-porno de cortesanas en pelotas e incomprensiblemente, apaga la tele y nos manda a la cama.
Y Coppino, que dolido por tener que irse a dormir sin poderse desfogar con la peli, de camino a las habitaciones, se caga y en lugar de quedarse quieto a la espera de que dejen de picarle los ojos, no duda en meterse en mitad de un grupo de unos diez integrantes del equipo de futbol (con todo el pestazo pegado al culo, evidentemente) y quedarse allí quieto junto a ellos, con la mejor de sus sonrisas en la cara.

Nando y yo enfilamos rápidamente camino a la habitación por si había gresca, pero la cosa no pasó de la mera anécdota y poco después ya estábamos metidos en la cama, mucho más relajados y sabiendo que habíamos superado las dos etapas más duras. Lo del día siguiente prometía ser un homenaje que cerrara a lo grande la magnífica aventura que estábamos viviendo. Porque sufrir, habíamos sufrido de lo lindo (cada uno lo suyo, por supuesto), pero os puedo asegurar que también habíamos disfrutado como enanos.
Y a la última etapa, como veréis en la próxima entrada, tampoco le faltó de nada.